miércoles, 25 de junio de 2008

Marco Jurídico Constitucional de la Industria Petrolera Nacionalizada

PRESENTACIÓN
Como una clara necesidad de dar a conocer a nuestros lectores todos los pormenores posibles tocante a al asunto del petróleo, es que publicamos este suplemento, el cual se constituye por un conjunto de ponencias en torno a la materia presentadas en el Foro "La Exclusividad de la Nación en Materia de Petróleo” en la Cámara de Diputados.

El interés también surge por que es de importancia básica contar con argumentos fundamentados por distintos especialistas, quienes apoyados en jurisprudencia, el “espíritu” plasmado en la nuestra Carta Magna, así como la rectoría del Estado en la materia y desde luego en los alcances del Ejecutivo en distintas administraciones de la historia moderna de México, es que se sustenta el presente suplemento. Amén de una defensa indiscutible por parte de todos los mexicanos para, a partir de los recursos que nos provee nuestro territorio, seamos los beneficiarios únicos para el franco desarrollo del país hoy y para las futuras generaciones.

MARCO JURÍDICO-CONSTITUCIONALDE LA INDUSTRIA PETROLERA NACIONALIZADA

Dr. Raúl Jiménez Vázquez

Principios constitucionales

Derivado de las proclamas que dieron origen al programa histórico de la Revolución Mexicana, hace 91 años, el Congreso Constituyente de Querétaro produjo la primera Constitución económica y social del mundo, dando origen a un vigoroso constitucionalismo social que se orienta hacia el fortalecimiento de la soberanía nacional, el abatimiento de la desigualdad, la promoción de la justicia social y el bienestar de las clases populares.

A la par que las decisiones políticas fundamentales adoptadas en torno a la educación laica y gratuita, los derechos de los campesinos y los derechos de los trabajadores, el régimen de la propiedad pública consagrado en el artículo 27Constitucional es la viga maestra, la piedra angular de nuestro preclaro constitucionalismo social. Dicho régimen constitucional está integrado por los siguientes principios vertebrales:

a) El primer principio es el de la propiedad originaria de la Nación sobre las tierras y aguas comprendidas dentro de los límites del territorio nacional, el cual vino a trastocar la naturaleza individualista de la propiedad privada a fin de someterla al interés general de la sociedad.

b) El segundo principio es el del dominio directo, inalienable e imprescriptible de la Nación sobre los hidrocarburos y los demás recursos naturales del subsuelo. De él se desprende que el petróleo de los mexicanos no es un simple “commodity”, una mera mercancía comercial ceñida a las leyes de oferta y demanda, sino que se trata de un recurso natural de carácter estratégico cuyo manejo concierne a la sociedad en su conjunto, y no sólo a unos cuantos privilegiados, por lo que no debe sujetarse al arbitrio de intereses privados, ni mucho menos debe servir para garantizar el abasto o fortalecer los márgenes de seguridad energética de otros países.

c) El tercer principio es el de la explotación exclusiva y directa de los hidrocarburos por parte de la Nación. Con él se robustece la eficacia del principio del dominio directo a través de la exclusividad de la Nación para desarrollar y disfrutar de los beneficios de la industria petrolera nacionalizada.

El petróleo es, entonces, un verdadero crisol en el que se funden los tres principios nucleares del artículo 27 Constitucional ya que la Nación es la propietaria originaria de los hidrocarburos, ejerce sobre ellos el dominio directo, inalienable e imprescriptible y a ella le corresponde el privilegio, la prerrogativa de su explotación y usufructo integral.

Surgimiento y vicisitudes de los principios constitucionales de la propiedad originaria y el dominio directo de la Nación

Detrás de los principios constitucionales de la propiedad originaria y el dominio directo de la Nación sobre los hidrocarburos existe una historia de lucha patriótica que es menester referir así sea en forma somera.

Durante el Porfiriato se promulgaron diversos ordenamientos legislativos estableciendo que el dueño del suelo también lo era del subsuelo. Tal es el caso del Código de Minas de 1884, el Código Civil del mismo año, el Código de Minas de 1892, la Ley del Petróleo de 1901 y la Ley Minera de 1909.

El efecto directo de esos instrumentos normativos fue catastrófico para la Nación porque literalmente se le despojó de los recursos petroleros, generándose un coto de poder definitivamente contrario a los intereses generales del país.

Consciente de esa grave y delicada situación, el prócer Francisco I. Madero estableció un primer impuesto al timbre de 3 centavos por barril de petróleo, secundado por otro gravamen de 20 centavos por tonelada de petróleo extraído; asimismo, expidió un decreto obligando a las empresas petroleras a inscribirse en un registro gubernamental.

Al decir de algunos historiadores, la respuesta del Embajador estadounidense Henry Lane Wilson, socio de la compañía Standard Oil y conocido como el “Embajador de los Trust”, fue la planeación del asesinato del Presidente Madero y del Vicepresidente Pino Suárez, así como la articulación del golpe de Estado perpetrado por el usurpador Victoriano Huerta.

Enarbolando la bandera constitucionalista, Venustiano Carranza incorporó el asunto de los hidrocarburos a la agenda de la lucha revolucionaria, insertando en el artículo 2º de las Adiciones al Plan de Guadalupe el imperativo de la revisión de las leyes relativas a la explotación del petróleo.

En marzo de 1915 se creó la Comisión Técnica del Petróleo, organismo gubernamental que emitió un informe de resultados aseverando que debía restituirse a la nación la riqueza de subsuelo.

En agosto de 1916 se expidió una Circular en la que se determinó que los extranjeros que adquirieran bienes nacionales dentro de la República serían considerados como mexicanos, fórmula jurídica nacionalista que se conoce con el nombre de “Cláusula Calvo”

Esta ilación de hechos históricos permite apreciar claramente que a lo largo de los años convulsos que van de 1911 a 1916, se hizo patente la necesidad de reivindicar el dominio de la Nación sobre los hidrocarburos.

Tal ideología revolucionaria afloró en el seno del Congreso Constituyente de Querétaro, en el que un puñado de Diputados radicales encabezados por el General Francisco J. Múgica -soportando las amenazas y las tentativas de cohecho de los personeros de las compañías petroleras- insertaron en el majestuoso artículo 27 Constitucional los principios que hicieron posible la meta de la reivindicación de los recursos petrolíferos: i) el principio de la propiedad originaria de la Nación sobre las tierras y aguas comprendidas dentro del territorio nacional, ii) el principio del dominio directo, inalienable e imprescriptible, del dominio radical, del dominio absoluto de la Nación sobre todos los recursos naturales ubicados en el subsuelo.

Esa epopeya jurídica motivó el desconocimiento de la Constitución Mexicana de 1917 por parte de las compañías petroleras y la emisión de diversas amenazas invasivas por parte del Gobierno de los Estados Unidos. Naturalmente, la Casa Blanca se negó a reconocer al Gobierno de Venustiano Carranza mientras subsistiera el artículo 27 Constitucional.

La respuesta de Carranza fue la promoción de diversas disposiciones tendientes a imprimir efectividad al principio del dominio directo de la Nación, como lo fueron el decreto tributario de abril de 1917 y el decreto reglamentario del artículo 27 Constitucional del 19 de febrero de 1918.

La muerte alcanzó al Varón de Cuatro Ciénegas en Tlaxcalantongo a manos precisamente de un militar de apellido Herrero, quien había formado parte del grupo paramilitar de apoyo a las empresas petroleras al mando del General Manuel Peláez, quien a sí mismo se proclamó el “Presidente de la República de la Huasteca”.

Los gobiernos subsecuentes tampoco fueron reconocidos por el Gobierno de los Estados Unidos. Sin embargo, ansioso de ese reconocimiento, Álvaro Obregón accedió a la negociación de un acuerdo secreto con la Casa Blanca en el que se aceptó que el artículo 27 Constitucional no fuese aplicado en forma retroactiva a los títulos de propiedad de los estadounidenses generados al amparo de las leyes porfiristas.

Me estoy refiriendo a los famosos “Tratados de Bucareli” de 1923, cuya suscripción motivó el asesinato a mansalva de un senador de Campeche, Alberto Field Jurado, así como el alzamiento de Adolfo de la Huerta enarbolando las banderas ideológicas contenidas en el “Plan de Xilitla”.

Fue en ese contexto que el 25 de diciembre del año 1925 Plutarco Elías Calles promulgó la Ley Reglamentaria del artículo 27 Constitucional en el Ramo del Petróleo, reconociendo los derechos adquiridos de las compañías petroleras con base en el acuerdo de la no retroactividad de la Carta Magna reconocido en los “Tratados de Bucareli”.

La reforma constitucional del Presidente Lázaro Cárdenas; surgimiento y vicisitudes del principio constitucional de la explotación directa de los hidrocarburos por parte de la Nación.

Como es de todos sabido, la expropiación de los bienes pertenecientes a las compañías petroleras vino a romper el nudo gordiano en el que se encontraba inmerso el artículo 27 Constitucional, poniendo al Estado en posibilidad jurídica y material de hacer efectivo el mandato del dominio directo de la Nación sobre los hidrocarburos.

Sin embargo, la expropiación resultaba insuficiente para lograr la consumación plena e íntegra de los fines reivindicatorios del artículo 27 Constitucional. Para ello se requería dotar a la Nación de otra herramienta estratégica: el principio de la explotación directa de los hidrocarburos por parte de ella misma.

El principio de la explotación directa del petróleo por parte de la Nación no fue consignado como tal por el Constituyente de 1917. Su incorporación a la Ley Fundamental fue la consecuencia ineludible de la expropiación petrolera decretada por el Presidente Lázaro Cárdenas.

Efectivamente, una vez que las empresas petroleras abandonaron el país y luego de haberse superado el estado de emergencia nacional por ellas provocado, el Gobierno Federal llegó a la conclusión de que la Nación debía tener el control absoluto de todas y cada una de las fases o etapas industriales inherentes a la explotación de los recursos petroleros, por lo que debía eliminarse, de todo a todo, la participación de los inversionistas privados, gestándose en ese momento histórico la idea estratégica de la nacionalización integral de los hidrocarburos.

Así se colige de la cita puntual del Informe Presidencial rendido a la Nación el 1º de septiembre de 1938:

“Y para evitar en lo posible que México se pueda ver en el futuro con problemas provocados por intereses particulares extraños a las necesidades interiores del país, se pondrá a la consideración de Vuestra Soberanía que no vuelvan a darse concesiones del subsuelo en lo que se refiere al petróleo y que sea el Estado el que tenga el control absoluto de la explotación petrolífera.”

Consecuente con ese anuncio político, el 22 de diciembre de 1938 el Ejecutivo Federal envió al Congreso de la Unión la propuesta de reforma al párrafo sexto del artículo 27 Constitucional, cuyo objetivo medular fue dar curso normativo a la iniciativa política de la nacionalización integral y absoluta del petróleo de los mexicanos.

Para apreciar con mayor objetividad la riqueza ideológica y jurídica de esa decisión, es conveniente acudir, una vez más, a la fuente de la verdad histórica de los hechos encarnada en la Iniciativa Presidencial:

“Una vez que la Nación ha tomado a su cargo directamente el control de las explotaciones en forma tal que no sólo podrá atender las necesidades del país, sino en su mayor parte, las de nuestro comercio exterior de petróleo, no se ve el motivo para permitir que continúen formándose y vigorizándose intereses privados que es de presumirse que llegarán a ser, si no antagónicos, a lo menos distintos de los intereses generales cuya tutela procurará el gobierno con todo empeño y energía… Incorporado al Texto Constitucional el principio de la explotación directa del petróleo que a la Nación corresponde, se le da una mayor fijeza y autoridad.”

Así pues, a impulso del Presidente Lázaro Cárdenas, el Estado tiene el control directo, inmediato, integral, absoluto, exclusivo y excluyente de todas y cada una de las fases o etapas de la explotación industrial de los hidrocarburos, por lo que en este campo no es posible otorgar concesiones ni contratos a favor de los inversionistas privados.

Tanto la expropiación como el agregamiento al Texto Constitucional del principio de la explotación directa de los recursos petroleros por parte de la Nación, fueron objeto de tremendos sabotajes. Baste señalar que las empresas afectadas exigieron al Embajador estadounidense en México, Josephus Daniels, y a la Casa Blanca que de inmediato se llevara a cabo una invasión armada a nuestro país. A juicio de algunos historiadores, también promovieron la rebelión del entonces Gobernador de San Luis Potosí, el General Saturnino Cedillo.

Nuestro petróleo fue etiquetado como robado y las Cortes de diversos países ordenaron el embargo en los puertos de destino de los buques mexicanos. A fin de vencer el boicot de las empresas petroleras, México se vio obligado a vender crudo a la Italia de Mussolini y a la Alemania de Hitler, recibiendo a cambio tres buques construidos en los astilleros Anzaldo de Génova y un bloque de maquinaria pesada, respectivamente. Por cierto, la recuperación de esos bienes que eran vitales para la naciente industria petrolera fue obra de un gran mexicano, el brillante jurista Alfonso Cortina Gutiérrez, autor de la Ley de Justicia Fiscal de 1936 y Magistrado Fundador del Tribunal Fiscal de la Federación.

No obstante esos amagos, el talento y la visión de un extraordinario grupo de mexicanos dirigidos por el General Lázaro Cárdenas hicieron posible la fractura del cártel de las petroleras, a través de la formalización en 1940 de un primer arreglo con el grupo Sinclair. Lo anterior permitió la materialización de otro arreglo en 1942 con el Gobierno de los Estados Unidos, el llamado “Convenio Zevada-Cook”, al cual siguió la suscripción de un tercer acuerdo de voluntades en 1948 con las empresas europeas apuntaladas por la compañía “El Águila”. A pesar de esos arreglos satisfactorios, el boicot de las petroleras continuó desarrollándose de manera soterrada en forma de sabotajes a las solicitudes de crédito formuladas por México a diversas instancias internacionales. Incluso al interior del Congreso Norteamericano se formó un grupo de trabajo, el llamado “Comité Wolverton”, cuya conclusión fue en el sentido de que los préstamos del Eximbank de los Estados Unidos podrían fluir hacia nuestro país, siempre y cuando no fueran destinados a la solventación de las necesidades de nuestra naciente industria petrolera nacionalizada. continuará

domingo, 13 de abril de 2008

La trascendencia de la huelga del SME de 1936

“En México particularmente, los acontecimientos de 1935-1936 ponen al descubierto que los dirigentes sindicales que en teoría se oponen a la conexión política-económica, son en la práctica aliados de la burguesía. En última instancia, debe afirmarse que los combates económicos y políticos se entrelazan entre sí y que cada huelga debe elevarse al nivel superior de una huelga política consciente, cuando tal viraje es posible y oportuno.”

Mario Pavón Flores, El ABC de las huelgas. 1937

PRESENTACIÓN

En el 93 aniversario del SME, recordemos y rindamos tributo a la huelga de 1936

El SME llega a sus 93 años lleno de juventud, ánimo y con un claro proyecto de lucha por el patrimonio y soberanía nacional, por la defensa de la energía eléctrica y la de su Contrato Colectivo de Trabajo. Pero hay que reconocer también que por esos años de vida, el SME es una organización llena de importantes experiencias de lucha, como: las huelgas de 1916 y 1936, el movimiento de Verónica por la democracia sindical de 1952, las reformas estatutarias de 1935 y 1956, la nacionalización de la Compañía de Luz y Fuerza en 1960, el movimiento nacional contra la privatización de 1999 y otras gestas colectivas que caracterizan al SME, como una organización independiente y democrática, con reconocimiento nacional e internacional.

Pocas historias de un sindicato resultan tan notables, por sus aportes y solidaridad con los demás. Cuando en 1935 se creó el Comité Nacional de Defensa Proletaria el primer llamado fue del SME, luego en la constitución de la CTM en 1936 fue decisivo su papel para que la central fuera democrática, plural, incluyente y solidaria, al menos en sus primeros años. Después participaría en otros esfuerzos unitarios como el Bloque Unitario Obrero (BUO) de 1954 y el Congreso del Trabajo (CT) de 1966, el Foro: el Sindicalismo ante la Nación de 1995, el Frente Sindical Mexicano de 1999 y tantos frentes más, como los de Diálogos Sindicales Nacionales de 2002 a 2005.

En el interior del SME, los trabajadores han tenido capacidad de ejercer la democracia y autonomía en casos difíciles, lo que en otros sindicatos sería impensable: remover a los dirigentes, aun cuando éstos cuenten con el apoyo del presidente del país. Así ocurrió en 1952 con la renuncia de Juan José Rivera Rojas (y todo el comité central), cercano a Fidel Velázquez y a Miguel Alemán. Y después, en 1993 con Jorge Sánchez cercano a Carlos Salinas de Gortari.

Lo que no se puede dejar de reconocer es la solidaridad del SME para con los demás, sobre todo con aquellos que luchan por la justicia social y derechos laborales. Pocos sindicatos han destacado tanto en la solidaridad como el SME, recordemos tan sólo las marchas a las que convocó el Sindicato del IMSS de 2001 a 2005, los electricistas fueron siempre el contingente más nutrido y solidario.

Pero quizá de la larga historia del SME, la página más brillante sea la huelga de 1936. En verdad una huelga general en el centro del país, llevada a cabo de principio a fi n con la plena autonomía por el SME, con un alto sentido de responsabilidad con la sociedad y, digámoslo: una sorprendente disciplina, unidad y capacidad de dirección. La huelga de 1936 sigue siendo hoy una enorme cantera de experiencias y enseñanzas para el sindicalismo de hoy y del futuro, si se llega a comprender a fondo y tener conciencia de tan magnífi co triunfo.

Así como la historia del movimiento obrero reconoce la derrota de los ferrocarrileros de 1959, como uno de los episodios más severos y de retroceso para los trabajadores, del mismo modo, el movimiento obrero tiene en la huelga del SME de 1936, uno de sus mayores triunfos, realizado de principio a fin por los propios trabajadores.

Ambos casos, trascendentes para la democracia de la nación, para retroceder o avanzar.

Celebremos con el SME el 93 aniversario de su historia, recordando, conociendo y tributando a la huelga de 1936 y a sus autores, el reconocimiento y perenne memoria que merece tan elocuente gesta histórica de los
trabajadores.


La trascendencia histórica de la huelga del SME
de 1 9 3 6
Óscar Alzaga*
A Mario Pavón Flores, In Memoriam.

La diferencia que existe entre los empresarios ensoberbecidos de los tiempos normales y su transaccionismo durante las huelgas, es muy signifi cativa. Sólo la poderosa presión de los movimientos huelguístico, que hieren al capital en su parte más sensible, -la ganancia-, concluye por amilanar a los patrones intransigentes, que entonces teorizan sobre el espíritu de conciliación y los deseos de armonizar sus intereses con los de la clase obrera.

Mario Pavón Flores, El ABC de la huelgas. 1937.**
a) Las formas de lucha obrera

A lo largo del siglo XX la lucha obrera ha tenido múltiples formas: las creativas, innovadoras,valientes, ingeniosas, inteligentes, organizadas,solidarias y hasta heroicas, o la combina-
* Miembro de la Asociación Nacional de Abogados Democráticos (ANAD) y de la
Asociación Latinoamericana de Abogados Laboralista (ALAL).
** Mario Pavón Flores, El ABC de las huelgas. México, 1937. El autor del libro, de donde se toman los epígrafes de esta nota, fue el abogado asesor del SME de 1935 a 1948.

Suplemento Lux Huelga del SME, 1936

También las hay contra los trabajadores: burocráticas, subordinadas, regresivas,corruptas, lentas, represivas. Ambas tendencias surgen en la lucha, debido a que tanto interna como externamente, los intereses en juego y en torno a ella, son encontrados, antagónicos y pocas veces coincidentes con los patrones. No obstante que el trabajo y el capital están indisolublemente ligados por el eje.

Debido a que la clase obrera ha tenido como origen de sus luchas que reivindicar justas y apremiantes necesidades, que cuando las logran,algunos llaman justicia social, tienen siempre como meta invariable: superar las precarias condiciones de vida y las de trabajo, conforme progresa la humanidad. Luchan por acceder a mejores condiciones de vida, a una vida democrática, entendida “no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo.” Artículo 3 de la Constitución.

Sin embargo, casi siempre han tenido como respuesta, cuando no la violencia, la oposición delos patrones inmediatos, de empresarios como clase y del gobierno en turno, que interpretan las aspiraciones obreras como la afectación de sus ganancias, crecientes privilegios o sagrada propiedad. Esa oposición, cuando no franca negación al derecho de los demás, ha llevado a que los trabajadores inventen o busquen formas de lucha para lograr sus metas. O bien, llevar las formas de luchas ya conocidas a nuevos extremos, como fue el caso de la huelga del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) en 1936, que siendo ellos poco más de 4 mil obreros al parar la producción eléctrica, dejan sin luz a casi 2 millones de población y sin labores a casi 200 mil trabajadores, afectando el corazón de la economía y finanzas del país, los 10 días que duró la huelga.

Porque es cierto: de cuantas formas de lucha existen y ha desplegado la clase obrera, la más intensa y casi siempre decisiva, es la huelga, que bien preparada y organizada, se vuelve una pelea breve y efectiva, de tres episodios, no más. Pero cuyos efectos son duraderos, casi para toda la vida. Así fue la de 1936.

Las formas de lucha son muchísimas y sus causas también: por la creación de un
sindicato, por democratizarlo; llevarlo a una forma de organización superior; elegir directiva, renovarla, destituirla, debatirla; negociar con el patrón un nuevo contrato colectivo, su revisión o incumplimiento, modernizarlo desde el ángulo del trabajo, pactar y defender la materia de trabajo; pactar la bilateralidad de las relaciones de trabajo y superar la vieja unilateralidad (mando patronal y obediencia obrera); identificar el patrimonio económico o cultural nacional con la materia de trabajo, para mejorarla y defenderla; rear o reformar el estatuto o ley interna sindical;
el salario, empleo, pensiones, por solidaridad,
por cambios nacionales e internacionales
etc. En síntesis: “conseguir el equilibrio entre
los diversos factores de la producción, armonizando
los derechos del trabajo con los del capital”.
Artículo 123 de la Constitución.
Porque aun cuando los asuntos estrictamente
internos sindicales son ajenos a los patrones,
deben servir para fortalecer a la organización
para mejor enfrentar al patrón. Entiéndase bien:
armonizar los derechos del trabajo con los del
capital, porque la ley entiende que las partes
son desiguales en el terreno económico y social.
Este ha sido el aspecto más difícil de entender y
aceptar por patrones y gobiernos.

b) la huelga como forma extrema de lucha.
La situación política de un país la crean las relaciones de las clases
en acción y la huelga es una palanca que hace saltar en muchos
casos situaciones de aquel carácter…
Mario Pavón Flores, El ABC de las huelgas. 1937.
La huelga de 1936 del SME representa una de las luchas más trascendentales de la historia del movimiento
obrero mexicano y la más importante de la historia del SME. No ignoramos ni menospreciamos
la huelga general de 1916 que encabezó el SME ni otras de sus luchas signifi cativas, como el
movimiento de “Verónica” de 1952, la reforma estatutaria de 1935 y de 1956, la huelga de 1987 y la
ya histórica lucha de 1999 contra la privatización de la industria eléctrica.
Decimos que es la lucha más importante del SME, porque la huelga de 1936 fue preparada, desarrollada
y concluida bajo el estricto control del sindicato, afectando durante 10 días a la economía
y actividades de la ciudad de México y centro del país. Sin duda, la huelga representó un triunfo de
los electricistas. Aunque lo más difícil de entender fue que también signifi có un triunfo de la clase
obrera frente al poderoso capital extranjero.
No pocas son las luchas obreras trascendentales del siglo XX: las huelgas generales del DF y centro
del país de 1916 y la de Monterrey de 1918. Las huelgas de los petroleros de 1934, 1935 y la general
de 1937, las difi cultades que libraron para constituir un sólo sindicato en 1935, fueron la base indispensable
para la nacionalización de la industria petrolera del 18 de marzo de 1938. La heroica y
dolorosa huelga de los 25 mil jornaleros agrícolas de la Comarca Lagunera de 1936 marca un gran
momento y el inicio de la reforma agraria cardenista, otra de las obras cumbres del cardenismo,
que debemos rescatar. La huelga general de los mineros metalúrgicos de 40 días de 1944, en plena
segunda guerra. La trágica huelga de Nueva Rosita y Palau de 1950-51.
Desde luego, las jornadas ferrocarrileras de 1958 y 1959, cuyo inicio lleva a una de las elecciones
sindicales más brillantes de la historia, así como a varias huelgas que forjaron la nueva esperanza
sindical, después de que Alemán cancelara la de los años treinta. La huelga de la Tendencia Democrática
de 1976 y las 5 huelgas de los telefonistas de 1976 a 1980. Y otras luchas más. Sin olvidar
que el sindicalismo moderno nace con las huelgas de Cananea en 1906 y Río Blanco en 1907. Más
aun, el sujeto histórico conocido como clase obrera encarna como conciencia de su papel histórico
en esas huelgas, surgidas de aquel esfuerzo simultáneo: las nuevas organizaciones de los Círculos
Obreros, la prensa revolucionaria de Regeneración, el Programa de 1906 que incluye a los obreros
y campesinos como sujetos del cambio, y el Partido Liberal Mexicano (PLM) de los Flores Magón
(1). De ese género de luchas es la huelga del SME de 1936.
En otras palabras se trata de una experiencia única y de enorme trascendencia en su momento,
vigente hoy, indispensable para la memoria histórica y la cultura obrera y nacional, porque la responsabilidad
con que asumieron los electricistas en 1936 el movimiento de huelga, refl eja uno de
los más altos niveles de conciencia social y sindical de que se tenga memoria. El abogado del SME
de 1935 a 1948, Mario Pavón Flores, cuya participación fue decisiva en la huelga junto con los tres
dirigente célebres, al decir de Francisco Breña Alvírez y del editorial de la revista Lux de septiembre
de 1936, para el desarrollo y el triunfo de los electricistas.

c) Breves antecedentes y el marco político y socioeconómico de la huelga.
Mas, en tanto que las masas han estado fuera de conexión con las instituciones,
oprimidas por el gobierno francamente reaccionario, este derecho (de
huelga) ha llegado casi a perderse. Solamente así puede explicarse que el proletariado
nacional, amparado por el artículo 123, haya realizado numerosas
huelgas al margen de la propia ley.
Mario Pavón Flores, El ABC de la huelgas. 1937.

En 1934 se revisa por última vez el Contrato
Colectivo de Trabajo (CCT) por las partes, desde
1929 el SME había logrado acercar la jubilación
y otras prestaciones de los sindicalizados
con las del personal extranjero, pero aún estaban
pendientes varias. Siendo las compañías
de Luz y Fuerza extranjeras, como la mayoría
de las más grandes empresas del país, tenían
mucho personal extranjero en los puestos de
mando de las empresas, con los que se buscaba
igualar derechos, salario y prestaciones.
Había empresas como las petroleras, mineras
y azucareras que tenían hasta policía propia,
como “los guardias blancas” de las petroleras,
como si no hubiera ocurrido la revolución. Lo
que quería decir que en las demandas obreras
era común exigir la igualación de derechos de
los trabajadores nacionales con aquellos, que
invariablemente tenían salarios y prestaciones
superiores, lo que hacía más que justas las
exigencias obreras, por un mínimo sentido de
justicia y de cumplimiento de la Ley Laboral
(2). Algo impensable en la época porfi rista.
En 1936, el país todavía respiraba pólvora y
estaba viva la sangre derramada en la Revolución
de 1910, que tardó mucho en concluir. A
casi 20 años de vigencia de la Constitución de
1917, todavía se exigía su cumplimiento, como
en 1918 lo hacen con la huelga general de Monterrey
y en los años 20 la CGT y en algunos casos
la CROM. A partir de 1931 en que se crea
la Ley Federal del Trabajo (LFT), también se
exige su cumplimiento, a la vez que incorporar
a ella nuevas y mejores prestaciones, mismas
que primero fueron logradas en los CCT por
sindicatos, y después se buscó incorporarlas a
legislación laboral, como: el pago de descanso
del séptimo día semanal, las vacaciones y prima
vacacional, casas habitación, la protección
de la salud, los médicos de fábrica, las pensiones
y jubilaciones, así como las de orden administrativo
y aun político, como establecer la
bilateralidad en las relaciones y acuerdos de
trabajo y eliminar la unilateralidad patronal. O
suprimir que a los sindicatos se les prohíba intervenir
en asuntos políticos, según el artículo
249 de la LFT de 1931. (3)
Sin embargo, tres hechos obstaculizan el avance
de los trabajadores en 1935, el primer año
del gobierno de Cárdenas: la crisis económica
mundial de 1929 que se prolonga con mucha
intensidad hasta 1933, dejando muchos daños
socioeconómicos a la población trabajadora; la
antidemocrática política de Calles, el Jefe Máximo,
detrás de tres presidentes peleles de 1929
a 1934, a los que se imponía; y la crisis sindical
de la central más importante, la CROM, que
desde 1928 decayó junto con su líder Morones,
sin que el resto del sindicalismo encontrara
una alternativa que los sustituyera y renovara
democráticamente. Así las cosas, la crisis política
de junio de 1935 ayudó a poner las cosas
en su lugar.

d) 1935, año decisivo para los sindicatos.
Desde 1934 se venía presentando una ola de huelgas, en protesta por la crisis económica y por la
carestía de la vida. Al asumir la presidencia el 1° de diciembre de ese año el general Cárdenas,
se encontró que la ola siguió durante el año de 1935, pero con más intensidad, lo que centró la
atención de toda la opinión pública y en particular de los patrones extranjeros y los nacionales
que exigían terminantemente acabar con ellas. Pero quien pondría en verdadera crisis política
al país sería Plutarco Elías Calles, el “Jefe Máximo”, al declarar el 11 de junio de 1935, que: “las
huelgas dañaban menos al capital que al gobierno, porque le cierran las fuentes de prosperidad”.
(4). Con la intención de imponer su autoridad y posición al nuevo presidente.
Ese mismo día, el SME convocó a los sindicatos del país a rechazar tales declaraciones, publicándose
un manifi esto el 12 de junio: “El movimiento obrero protesta enérgicamente por las
declaraciones del general Calles, declara que defenderá los derechos de la clase trabajadora,
obtenidos o por obtener por ella misma, como son la huelga sin restricciones, el de asociación
sindical revolucionaria; y no descansará en propugnar por el mejoramiento económico y social
de los asalariados (…). Las huelgas terminarán cuando se logre la transformación del sistema
burgués en que vivimos.” (5).
El 13 de junio contestaría el propio Cárdenas a Calles, así: “Refi riéndome a los problemas de
trabajo que se han planteado en los últimos meses y que se han traducido en movimientos
huelguísticos, estimo que son la consecuencia del acomodamiento de los intereses representados
por los dos factores de la producción, que si causan algún malestar y aun lesionan momentáneamente
la economía del país, resueltos razonablemente y dentro de un espíritu de equidad
y de justicia social, contribuyen con el tiempo a hacer más sólida la situación económica, ya que
su correcta solución trae como consecuencia un mayor bienestar para los trabajadores, obtenido
el acuerdo con las posibilidades económicas del sector capitalista.” (6).
El 15 de junio se constituiría con los sindicatos más importantes de aquel tiempo, el Comité
Nacional de Defensa Proletaria (CNDF), con la fi rma de un Pacto de Solidaridad entre las organizaciones
participantes, Pacto del que destacan: “La necesidad de unifi car al movimiento
obrero y campesino; construir el CNDF con un representante de cada organización; practicar el
respeto mutuo entre las asociaciones fi rmantes; respetar la autonomía de las agrupaciones pactantes;
prestarse solidaridad; llegar hasta la huelga general para defender el derecho de huelga,
de asociación, de expresión, de manifestación pública; llevar a cabo un Congreso Nacional
Obrero Campesino para unifi car el proletariado en una sola Central Nacional; estar en contra
de la política de colaboración con la clase capitalista y emplear una táctica revolucionaria, bajo
el principio de la lucha de clases”. (7). Participaron: el SME, anfi trión y sede del CNDF (calle de
Colombia 9), la Alianza de Tranviarios de México; la Alianza de Uniones y Sindicatos de Artes
Gráfi cas, Cámara Nacional del Trabajo, la Confederación General de Obreros y Campesinos de
México (CGOCM), Confederación Sindical Unitaria de México (CSUM) y los sindicatos nacionales:
Ferrocarrilero, Minero Metalúrgico, Telefonistas, Azucareros y otros.
Así las cosas, el presidente Cárdenas ordena la salida del país de Calles y secuaces, entre ellos
Morones, el líder de la CROM, lo que será el remate para la caída de la vieja central. Resulta

claro que no es el presidente quien toma la iniciativa de la respuesta, ni Lombardo Toledano a
nombre de la CGOCM, los que convocarían al día siguiente de la declaración de Calles.
En varias ocasiones importantes las medidas de Cárdenas durante su gobierno, serían las que
darían la pauta a seguir en la nación, pero no siempre fue así con el movimiento obrero, en otras
ocasiones tocaría a la lucha de los trabajadores adelantarse, ir al lado o, en su caso, oponerse a
las medidas del gobierno. Si bien es cierto, fueron muchas las causas en la que coincidieron el
movimiento obrero y el presidente. Sin embargo, lo que en el fondo estuvo presente en todas
esas acciones era una intensa lucha de clases, que sirvió de base y motor para los cambios emprendidos
en el sexenio.
Sobre todo, para construir la nueva obra pública, la mayor de la historia, en todos los órdenes:
1. La nacionalización del petróleo es obra inicial de las luchas obreras y de que el presidente y
el gobierno supieron llevarlas a mejor término;
2. La reforma agraria surge de las luchas campesinas a lo largo y ancho del país, en particular
de la huelga de la Comarca Lagunera;
3. La educación socialista, laica y científi ca surge de las jornadas de lucha del magisterio e intelectuales;
4. El crecimiento de afi liación sindical (de 300 mil a 900 mil trabajadores de 1935 a 1940), el fortalecimiento
y la democratización sindical fue obra de los mismos trabajadores, con el apoyo
de gobierno;
5. La sustancial mejoría de los CCT se logra en la lucha misma;
6. La solidaridad nacional e internacional surgió de las necesidades de fortalecer las luchas, con
un decisivo apoyo de gobierno;
7. La enorme cultura popular y artística -el Muralismo, la Escuela Mexicana de Pintura y el Taller
de la Gráfi ca Popular- nacen en las luchas, calles y muros públicos, teniendo en ese sexenio
una de sus expresiones más altas. Desde luego, la política del gobierno, de varios de sus funcionarios
y sobre todo del general Cárdenas, fueron decisivas en esa etapa de la historia. Pero
no como se afi rma: apoyándose en la acción de las masas o manipulando a éstas, sino actuando
dialécticamente en el complejo marco de una intensa lucha de clases, la mayor del siglo XX,
claro, después y como consecuencia de la Revolución.


e) 1936, año crucial para los derechos colectivos.
“En México particularmente, los acontecimientos de 1935-1936 ponen
al descubierto que los dirigentes sindicales que en teoría se oponen a la
conexión política-económica, son en la práctica aliados de la burguesía. En
última instancia, debe afi rmarse que los combates económicos y políticos se
entrelazan entre sí y que cada huelga debe elevarse al nivel superior de una
huelga política consciente, cuando tal viraje es posible y oportuno.”
Mario Pavón Flores, El ABC de la huelgas. 1937.

Antes de la huelga del SME del 16 al 25 de julio de
1936, ocurren tres hechos importantes para todos
los trabajadores: en febrero, la rebelión política de
los patrones de Monterrey contra Cárdenas, el mismo
mes, se constituye la CTM, y la declaración de
inexistencia de la huelga ferrocarrilera el 18 mayo,
con el paro de protesta de los trabajadores y la CTM
del 18 de junio. Además, ese mismo año, ya conformado
el sindicato petrolero, inicia la negociación de
su contrato colectivo único para todo el gremio, cuya
huelga general será en mayo de 1937. Pero el 18 de
agosto de 1936 estalla la huelga de 25 mil jornaleros
agrícolas de la Comarca Lagunera, que da inicio a la
reforma agraria cardenista.
A raíz de la huelga en la Vidriera de Monterrey organizada
por un sindicato de la CGOCM para exigir la
fi rma del CCT, que estalla el 1 de febrero y la Junta
Federal la declara existente el día 5, la poderosa patronal
de Monterrey organiza una marcha de protesta
y un paro de labores de 3 días como respuesta, y
convoca a la patronal del DF, Yucatán, La Laguna,
Puebla, Tampico, Guadalajara y otros lugares, con
costosa campaña de medios de comunicación, radio
y prensa, a rechazar la huelga. La reacción del presidente
Cárdenas fue inmediata, se traslada a Monterrey
y asiste a una enorme marcha de trabajadores en
solidaridad con la huelga. Después, en una reunión
con patrones los llama a que: “quienes se encuentren
cansados con la lucha social, pueden entregar sus industrias
a los obreros o al gobierno, pues eso sería
más lógico y más de acuerdo con las circunstancias y
el interés de la nación”. (8)
El Congreso constituyente de la Confederación de
Trabajadores de México (CTM) ocurre los días 21
al 24 de febrero. Como sabemos, su antecedente fue
el Comité Nacional de Defensa Proletaria. Y pese a
que desde el inicio se fi jan las dos tendencias prevalecientes
en ella (Fidel Velázquez, apoyado por Lombardo
y la CGCOM, y Miguel Velasco apoyado por
los sindicatos nacionales, el SME, y los comunistas
de la CSUM; se impone la primera), esos años de la
CTM son de una central plural, incluyente, solidaria
y progresista, en su seno convivían todas las corrientes
políticas. Siendo decisiva su unidad y coordinación
nacional para apoyar las luchas de esos años.
Lo que también demostró la creación de la CTM, fue
la capitalización que varios sindicatos hicieron de la
crisis económica, la crisis de la CROM y, sobre todo,
la llegada de un gobierno progresista.
El 18 de mayo el Sindicato de Ferrocarrileros estalla
la huelga por la revisión de su CCT y violaciones al
mismo, que es declarada inexistente inmediatamente
por la Junta Federal sin fundamento legal alguno, señalando
que tenían 24 horas los ferrocarrileros para
regresar al trabajo, de no hacerlo, podían ser despedidos
sin responsabilidad para la empresa. Un día dura
la huelga, provocando las más airadas protestas de
los sindicatos, por ello la CTM organiza un paro nacional
de 15 minutos el 18 de junio, que cumplen la
mayoría de los sindicatos del país, entre ellos el SME
(9). Por lo que el derecho de huelga estaba en entredicho
y creaba desconfi anza entre los trabajadores y
más en los electricistas que veían inminente la huelga
en su negociación contractual.
Después se supo que al día siguiente de la huelga ferrocarrilera,
el General Cárdenas ordenó a la empresa
negociar con el sindicato las demandas, básicamente
satisfechas, así como preparar con el sindicato la nacionalización
completa de los Ferrocarriles Nacionales
y la posterior gestión obrera. (10)

f) La huelga: una acción obrera autónoma de principio a fi n.
¡Camaradas! Conforme al fallo que tengo en mi poder, ¡EXISTE EL DERECHO
DE HUELGA EN MÉXICO!
Francisco Breña Alvírez, viernes 17 de julio de 1936, a las 9 de la noche, en
plena oscuridad da a conocer la Declaración de Existencia de la Huelga en
los patios de la Junta Federal.
En 1936 cuando el SME se planteó con fi rmeza y seriedad la posibilidad de la huelga, lo que más
preocupó a su dirección fue la repercusión que tendría la suspensión de la energía eléctrica en el
pueblo y en los demás trabajadores, por la posible incomprensión de la huelga o que se usara por
la patronal como propaganda contra el SME y su lucha, conscientes de que casi 4 mil trabajadores
al suspender la energía eléctrica, dejaran sin luz a casi dos millones de personas y sin laborar a 200
mil trabajadores.
En 1936 México era un país de 18 y medio millones de habitantes, el 35% era población urbana y
el 65% rural, la huelga afectaría en el centro del país: a la ciudad de México que tenía 1 millón 560
mil habitantes, Cuernavaca, Toluca, Pachuca, Iguala, Chilpancingo y otros poblados, a casi dos
millones de personas usuarias del servicio de luz y 200 mil trabajadores de diversas empresas que,
aparentemente, nada tenían que ver con la huelga.
Por esa razón, los dirigentes del SME se plantearon la lucha con el más alto nivel de responsabilidad,
como condición indispensable y calculando en todo momento la conveniencia de no estallarla.
Es sabido que la huelga se pospuso en tres ocasiones por el sindicato, tratando de encontrar la solución
sin llegar a realizar la huelga, por la singularidad del caso: una huelga general, que afectaría
a la nación a la vez que la involucraría en el confl icto, el suspender el servicio de las compañías se
afectaba a parte del país y al centro neurálgico de la producción industrial, comercial, servicios,
transporte, etc.
Las crónicas de los electricistas en la revista Lux de septiembre de 1936 y los números siguientes,
hasta el de julio de 1937 hacen el balance de la histórica huelga, y dan cuenta de que los preparativos
fueron decisivos: como nunca la cohesión interna y la decisión de todos de ir a la huelga se
cumplió; se informó a la población, trabajadores y las organizaciones sociales sistemáticamente
del confl icto. Especial cuidado se tuvo de inventariar los servicios de emergencia de la población
que tendrían energía eléctrica, en caso de huelga: servicio de agua y drenaje, ofi cinas de gobierno,
bomberos y policía, hospitales y servicios de salud, asistencia, alimentos básicos, nixtamal y leche
pasteurizada, etc. La organización de la huelga, las guardias, la distribución de las responsabilidades,
medidas de seguridad, la atención de las negociaciones, de las autoridades y en particular, del
presidente de la república, etc.

En 1936, el SME había sido una organización promotora y fundadora de la CTM, cuenta con su
apoyo y la informa sistemáticamente del confl icto, así como a los sindicatos nacionales, con los que
tiene más afi nidad.
Todo lo que se pudo preparar con anticipación, se hizo: el pliego de peticiones fue una obra colectiva,
área por área, pero su redacción y negociación quedó en manos de una comisión experta. Se
hizo un estudio económico de las compañías, tanto de sus fi nanzas y ganancias, como de pérdidas
y perspectivas futuras de la empresa extranjera.
Uno de los primeros puntos que quedó en la mesa de negociación, fue el costo total del pliego petitorio:
el 3.5%, de los ingresos totales que las compañías tuvieron en el año de 1935. La suma de
todas las peticiones era de novecientos ochenta mil pesos (12).
El inicio de la negociación entre las partes -los representantes de las compañías y los del sindicatofue
el 20 de febrero, cuando el SME presentó el pliego de peticiones, con vencimiento para el 1°
de mayo, pero como en tres ocasiones se prorrogó la fecha, la negociación se alargó hasta el 16 de
julio: el 17 de abril fue la primera prórroga, la segunda el 30 de mayo, la tercera el 15 de junio y la
vencida, el 16 de julio.
De abril a julio la negociación se convirtió en una lucha abierta: interna de discusión e intercambio
de propuestas, y también externa en desplegados, declaraciones, información de volantes y oral
para el pueblo y a los demás sindicatos, la labor de información también la hizo la CTM y los sindicatos
de ferrocarrileros, minero metalúrgicos, petroleros, telefonistas, etc.
Las Compañías abrieron una campaña muy costosa contra el SME, cuyo eco inmediato en la prensa
y radio reaccionarios se hizo sentir. Entonces hubo un frente obrero nacional de apoyo a los electricistas.
Por lo que esa negociación del contrato colectivo y las diferencias entre las partes, se hicieron
públicas, involucrando a la población en la lucha entre los trabajadores mexicanos y las compañías
extranjeras.
Cuando la Junta Federal declaró inexistente la huelga de 65 mil ferrocarrileros el 18 de mayo, la
alarma y desconfi anza de los electricistas creció frente al gobierno de Cárdenas, pese al apoyo que
él dio a las huelgas de junio de 1935 y pese a que él personalmente enfrentó a los patrones de Monterrey
en febrero de 1936.
La protesta que organizó la CTM contra esa declaración de inexistencia fue un paro de 15 minutos
general en todo el país el 18 de junio, no era sufi ciente. Con la lucha de los electricistas se probaría
la postura del gobierno en muchos aspectos: en la califi cación de la huelga, ante los empresarios,
en la negociación del pliego petitorio y en la solución fi nal. (13)
Suplemento Lux Huelga del SME, 1936

g) El pliego de peticiones, base de un nuevo contrato colectivo moderno.
El pliego de peticiones debe ser el resultado de la cooperación más amplia de
todos los obreros, porque este documento cuando ha sido formulado por la
masa, -representada por sus miembros más capacitados en la industria y en
sindicalismo revolucionario-, llega a ser en tal forma obra de la masa misma,
que habrá de defenderla con el mayor ahínco y a costa de los más grandes
sacrifi cios.
Mario Pavón Flores, El ABC de las huelgas. 1937.

El contrato colectivo de 1934 era un entramado
de convenios, según los habían pactando
las partes en negociaciones previas. Ya recogía
importantes demandas logradas en las revisiones
bianuales de 1926 a 1934: la jubilación
y medidas protectoras de la salud en el trabajo
e indemnizaciones, pero al decir de la dirección
sindical, al CCT le faltaba orden, estructura
y coherencia. Y lo más importante, crear
una nueva relación de trabajo entre trabajo y
capital.
Tres aspectos sobresalen del pliego de peticiones:
1. igualar las relaciones de trabajo y modifi car
el viejo mando y obediencia, por uno nuevo: el
acuerdo entre las partes, como una forma de
democratizar la relación colectiva cotidiana;
2. una negociación económica sobre la base del
costo total de la revisión del CCT: el “3.5% del
costo de los ingresos totales que las compañías
tuvieron durante el año de 1935”, muy diferente
a los métodos tradicionales;
3. la reestructuración completa del CCT: cambiando
el contenido de casi todas las 81 cláusulas
existentes y agregando 27 nuevas, para
hacer un total de 108 para el nuevo CCT (en
2007 tiene 120). Se trataba de crear el primer
CCT moderno en México.
El pliego petitorio exige un trato igualitario
y respeto mutuo entre las partes: sustituir el
unilateral mando y obediencia humillante, por
el diálogo de las partes. La bilateralidad debía
regir las relaciones laborales, propias de una
cultura democrática.
Este aspecto aparecía a lo largo de todas las
peticiones administrativas, escalafones, ingreso
de trabajadores, para la estabilidad en
el empleo o planta, la jubilación y, sobre todo,
en la administración y aplicación cotidiana del
contrato colectivo en los centros de trabajo.
Ese avance, en la actualidad se advierte con
una simple lectura del CCT: son las partes las
que se reconocen y acuerdan mutuamente; en
las primeras cláusulas se establecen las obligaciones
de la empresa con sus trabajadores.
De las peticiones económicas englobadas en el
3.5%, Francisco Breña Alvírez, dice:
“No afi rmamos que esta cantidad era la
máxima que hubiéramos podido obtener,
ni con ella se satisfacían todas nuestras
aspiraciones económicas; lo que decimos es
que, dadas las circunstancias y las peticio-
nes que estábamos formulando en el Contrato,
juzgamos que aquella suma podía
ser obtenida de las Empresas y era bastante
para llenar nuestras demandas y en tal virtud,
la pedimos, la sostuvimos, y la obtuvimos
hasta el último centavo. PEDIR LO
QUE SE CREE JUSTO Y SOSTENERLO
HASTA EL FIN, ha sido el principio
seguido por el sindicato.” (pp.20 y 21 de
la revista Lux de julio de 1937.)

El contrato
colectivo de 1934
era un entramado de
convenios, según los habían
pactando las partes en
negociaciones previas. Ya recogía
importantes demandas logradas
en las revisiones bianuales de
1926 a 1934: la jubilación y medidas
protectoras de la salud en el trabajo
e indemnizaciones, pero al decir
de la dirección sindical, al CCT
le faltaba orden, estructura y
coherencia. Y lo más importante,
crear una nueva relación
de trabajo entre
trabajo y capital

Por supuesto, este aspecto fue de los más disputados
durante el confl icto, antes y durante
la huelga. El 3.5% signifi caba 980,000 pesos
que pedía el SME.
Y en la contestación de las Compañías llamada
de “transacción”, proponen 400 mil pesos el 11
de junio, después de la segunda prórroga. A
lo que el SME responde en memorable documento
del 24 de junio:
“nosotros sostenemos que, una vez llegado a un
acuerdo sobre la suma total que las Compañías
pueden dedicar anualmente para satisfacer las
peticiones económicas de sus trabajadores, la
cuestión de si dicha suma debe aplicarse para el
aumento de personal consecuente con una disminución
en la jornada de trabajo, o a un aumento
en los días de vacaciones, o en las compensaciones
por antigüedad, o en derechos de jubilación,
o en las indemnizaciones por riesgo, etc., es cosa
que debe ser dejada a la libre elección del sindicato…”(
p. 13 revista Lux, núm. 9, septiembre
de 1936). Sosteniendo la petición del 3.5%.

Las Compañías llegan a ofrecer antes de la
huelga 500 mil pesos, que son rechazados por
el Sindicato. Las Compañías contraproponen
que la Secretaría de Economía sea la que determine
si deben cubrir los 900 mil que pide el
SME (que había reconsiderado) o los 500 mil
que ofrecen ellas. Que rechaza el SME. El día
21 de julio, día quinto de huelga, el SME reconsidera
su petición y la baja a 750 mil pesos,
dejando 150 mil, que sean sobre los que determine
la Secretaría de Economía.
El mismo día reconsidera el SME su propuesta,
que sean 600 mil y 300 mil sujetos al estudio
de la Secretaría de Economía. Que es aceptado
por las Compañías, pero queda pendiente a la
solución global. (14)
Quedan, sin embargo, varias cláusulas sin que
las partes se pongan de acuerdo, 20 que las
Compañías quieren que sean sometidas al arbitraje
presidencial.
En aquellos años era común que el Presidente
de la República fuera quien tomara la última
y defi nitiva decisión del confl icto. Veamos lo
que ocurrió.



h) Los diez días que conmovieron a México: la huelga del SME.
Un pliego de peticiones claro, reducido en espacio y colectivo, es el mejor
eje para una huelga. Con tales características resulta sumamente fácil popularizarlo,
primero, entre las masas de la factoría o de la industria afectada y
después, entre todas las capas del proletariado militante.
Mario Pavón Flores, El ABC de las huelgas. 1937

Varios retos importantes tenía que sortear la huelga para llegar a un buen fi n, entre los más importantes,
que el SME asumiera sólo la conducción de la huelga con todas las responsabilidades, magnitud
y consecuencias que implicaba esa lucha. Más aún, teniendo la solidaridad de la CTM, no
permitir que Lombardo diera las directrices en los momentos decisivos. O, que teniendo de autoridades
y gobierno la declaración de existencia de la huelga y el apoyo de las fuerzas del orden y el
ejército para proteger a los huelguistas, no se permitiera ni al Presidente de la República intervenir
en las decisiones y negociación fi nal para levantar la huelga. Impedir el arbitraje presidencial en un
confl icto de tanta trascendencia para la sociedad, no era fácil: dejar solas a las partes hasta el fi nal.
Otra actividad fundamental del SME y los trabajadores antes y durante la huelga fue la atención a
los servicios de emergencia, para contrarrestar la propaganda en contra de la huelga y sobre todo
para ganar a la opinión pública y trabajadores afectados por la suspensión de la luz.
Otro aspecto central fue la solidaridad del proletariado militante como lo nombra don Mario Pavón
Flores, de la CTM y los sindicatos nacionales, antes y durante la huelga. Particular emotividad tuvo
la solidaridad al día siguiente de la huelga, al reunirse desde temprano varios dirigentes sindicales
y de la CTM con los electricistas en la Junta Federal el día 17 de julio, para recibir la califi cación de
la huelga. Sería a las 9 de la noche, sin luz, cuando reciba el líder Francisco Breña Alvírez la resolución,
que lee ante todos a favor de la huelga.
Igualmente, sería importante la manifestación de solidaridad con la huelga, que organiza la CTM y
los sindicatos nacionales, el domingo 19 de julio, al Zócalo de la Ciudad de México. Pero así como al
SME lo apoyaron varios sindicatos, estudiantes y opinión pública. A las Compañías, las apoyaban
la patronal nacional y extranjera, con sus recursos mantenía una campaña costosa contra la huelga.
Y cada día sin luz en la capital era decisivo. (15)
La opinión pública estaba dividida: a favor de la huelga, los menos; sin tomar partido, la mayoría;
molestos por la huelga, muchos; en contra, unos cuantos. Porque los trabajadores y ciudadanos
conscientes eran los menos. Y en el día octavo de huelga, el jueves 23 de julio, la solución se veía
aún lejos. Durante los 10 días, la huelga se volvió el tema nacional, a favor o en contra, era un tema
de debate de toda la opinión nacional. Porque se trató de una huelga general en el centro del país,
de la que nadie escapó. Eso explica que signifi cara tanto para los patrones como para los trabajadores
del país y aún del extranjero.

i) La solución
Como en toda huelga, el desenvolvimiento de
la mesa de negociaciones entre las partes, suele
ser tan importante como las fuerzas y los hechos
que la rodean. Al llegar al punto más importante
y álgido -la solución fi nal-, la empresa, la dirección
de la CTM y la misma Presidencia de la
República, sólo advertían que podía darse con el
arbitraje presidencial: someter las partes sus diferencias,
para que un tercero resuelva. En México,
por mucho tiempo en los grandes confl ictos
obrero-patronales, ese árbitro era el Presidente
de la República, entonces Lázaro Cárdenas.
El mecanismo consistía en que el árbitro partía
las diferencias y proponía una solución intermedia.
Y aunque las Compañías hubieran querido
al gobierno de su lado, aun sin tenerlo, preferían
el arbitraje, por el costo y la seguridad del fi nal
del confl icto. (16)
Sin embargo, la dirección sindical no estaba de
acuerdo con esa solución, exigía que la solución
se dejara a la negociación de las partes exclusivamente,
sin la intervención del arbitraje presidencial.
A las Compañías les convenía el arbitraje
porque reducían el costo. Al Presidente y
gobierno les preocupaba que la falta de energía
eléctrica afectara a la población, la producción y,
sobre todo, el peligro de que la huelga se alargara
sin control.
La CTM ya mostraba su subordinación al gobierno
y se inclinaba por éste. Sin embargo, para
el SME era algo totalmente diferente, de la negociación
bilateral dependía el ejercicio pleno de
su autonomía.
Por lo que a pesar de haber tenido claras pruebas
de apoyo del gobierno, el secretario particular

del presidente, les exigía a los dirigentes del
SME aceptar el arbitraje. Por ello, los dirigentes
se lanzaron a buscar al presidente Cárdenas en
donde se encontraba, en la Comarca Lagunera
preparando la reforma agraria. “En el curso de
esa entrevista, el señor General Cárdenas aceptó que
era improcedente que el sindicato fuera al arbitraje
pues, como lo hizo notar nuestro compañero Breña
Alvírez, siendo la huelga la única arma efectiva
de que disponemos los trabajadores para hacer
valer nuestros derechos ante los patrones, resultaría
absurdo recurrir a ella si posteriormente
hubieran los obreros de aceptar el arbitraje.”
(Revista Lux, septiembre de 1936, pp. 60-61). La
entrevista fue el día 23 de julio, el día octavo de
huelga. El día 24, las Compañías aceptaron la
propuesta sindical.
El día 25 y 26 de julio, los medios dieron a conocer
el triunfo del SME, todo México supo la
noticia. El balance de la revista Lux de septiembre
de 1936, que expresó la opinión inicial de la
dirección del SME, era este:
Primera.- La declaratoria ofi cial de existencia
y licitud de una huelga de proporciones
y efectos tan considerables como los de la
nuestra, vino a dejar claramente sentada la
existencia del derecho de huelga en México.
(La importancia de la declaratoria de licitud
de nuestro movimiento crece si se tiene en
cuenta que la misma fue hecha poco tiempo
después de haberse declarado inexistente el
movimiento efectuado por los compañeros
del Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros
de la República Mexicana.)
Segunda.- Nuestra huelga se desarrolló
libremente TERMINÓ MEDIANTE UN
ARREGLO DIRECTO DE LAS PARTES,

Tercera.- LAS EMPRESAS ACEPTARON,
PRÁCTICAMENTE EN TODA SU INTEGRIDAD,
EL PLIEGO DE PETICIONES
que les fue presentado por los Representantes
del Sindicato.
Es éste, por decirlo así, el PRIMER BALANCE
DE LA HUELGA DEL SINDICATO
MEXICANO DE ELECTRICISTAS,
QUE SE INCIÓ A LAS 12 HORAS
DEL DÍA 16 DE JULIO DE 1936 Y TERMINÓ
EN LA MAÑANA DEL 25 DEL
MISMO MES.

Para don Mario Pavón Flores el alto nivel de unidad
y organización sindical, descansó en la excelente
planifi cación, preparación y dirección de
la huelga (17). Tareas que estuvieron en manos
de (según la revista Lux de septiembre de 1936 y
el secretario general en su artículo en la revista
Lux de julio de 1937) los cuatro dirigentes de la
huelga: Francisco Breña Alvírez, David Roldán,
Manuel Paulín y el asesor sindical Mario Pavón
Flores. Breña Alvírez destaca la labor jurídica
del asesor, como una de las 7 condiciones para el
buen resultado de la huelga, en el artículo citado
de la revista Lux.

j) Algunas conclusiones
Entre los aportes históricos importantes de la huelga, desatacan:
1. Crea el primer CCT moderno que pacta la bilateralidad, dando un papel
fundamental al sindicato en su administración y en la solución de
las diferencias obrero-patronales, protege la salud, estabilidad en el
trabajo y establece la mejor jubilación. Un CCT ejemplo para los demás
sindicatos de la época.
2. En el colectivo de los trabajadores y su dirección se toman las decisiones
principales. Asumen la responsabilidad plena de las repercusiones
de la huelga en la sociedad, de los servicios de emergencia a la población
y destaca la disciplina de las guardias de huelga y las comisiones.
Ejerce el derecho de huelga con plena autonomía. Su independencia es
ejemplar.
3. La solidaridad obrera conoce una de sus más elevadas expresiones en
asambleas, volantes, desplegados y la manifestación de solidaridad con
la huelga del SME. El triunfo del SME basado en la razón y la justicia y
la aceptación de las Compañías extranjeras, lo volvieron un triunfo de
todos los trabajadores.
4. El impacto de la huelga fue el de una huelga general en el centro del
país. Su cabal ejercicio y la califi cación de la huelga, le otorgó plena
vigencia al Derecho de Huelga y la convirtió en bandera de la clase
obrera.
5. Junto con la huelga de los petroleros que fue la base de la expropiación
petrolera de 1938; la huelga de los jornaleros agrícolas de la Comarca
Lagunera de 1936, que fue el inicio de la reforma agraria; son tres luchas
sociales fundamentales del cardenismo.

Notas:
1. Las 100 luchas obreras más importantes del siglo XX. Revista Trabajo y Democracia Hoy, núm. 64,
tercera edición, noviembre-diciembre 2001. La revista hace un buen recuento de las luchas y
huelgas más importantes del siglo XX, sin embargo le falta la huelga general de los mineros de
1944, imprescindible en la historia del movimiento obrero mexicano.
2. Ibidem.
3. Ver Ley Federal del Trabajo de 1931, artículo ¿?
4. Excélsior, 12 de julio de 1935.
5. Ibidem. P. 29.
6. Lázaro Cárdenas, Palabras y documentos públicos. Edición Siglo XXI, volumen I, 1978.
7. Ibidem. P. 30.
8. Edelmiro Maldonado, Breve Historia del Movimiento Obrero. Edición Masas. 1978.
9. Revista Lux, septiembre de 1936. Es el número de la revista más completo de la huelga.
10. Ver del secretario general del Sindicato Ferrocarrilero en 1936, Juan Gutiérrez, el artículo
Las disyuntivas ante el entallamiento de la huelga de 1936. En el libro: Los ferrocarrileros hablan. Cuadernos
del CIHMO. Universidad Autónoma de Puebla, 1983.
11. Francisco Breña A. El valor de la huelga de los electricistas. Revista Lux, julio de 1937.
12. Ídem.
13. Ídem.
14. Ídem.
15. Ídem.
16. Ídem.
17. Entrevistas a Mario Pavón Flores, la primera en su casa de la colonia Anzures, por Alfredo
Manzano y Óscar Alzaga el 6 de septiembre de 1989. Y la segunda, en su rancho El Olvido, cerca
de Poza Rica (a donde se retira MPF en 1959, después de asesorar a los ferrocarrileros) por
Humberto Barrales, José Luis Contreras y Óscar Alzaga, el 15 de octubre de 1989.

Anexo I.
Breve cronología de la negociación y de la huelga de 1936 del SME:
20 de febrero, el SME entrega el pliego de peticiones para la revisión del CCT.
24 de febrero, las Compañías contestan con otro pliego de ellas, para la revisión.
31 de marzo, las partes inician pláticas del pliego de peticiones del SME.
17 de abril, primera prórroga bilateral del término de vencimiento.
17 de abril, la votación del SME para la huelga: mayoría a favor, 6 en contra.
1 de mayo, fecha original de término de CCT. Gran marcha obrera en el país.
18 de mayo, la Junta Federal declara inexistente huelga nacional ferrocarrilera.
27 de mayo, primer boletín informativo para los agremiados, la CTM y pueblo.
30 de mayo, segunda prórroga bilateral, por negociaciones.
11 de junio, las compañías proponen transacción con propuesta de solución.
13 de junio, el SME rechaza transacción, con argumentos de fondo.
15 de junio, tercera prórroga bilateral, por negociaciones. Propuesta patronal.
18 de junio, paro nacional de 15 minutos por la inexistencia de la huelga en FFCC.
18 de junio, boletín informativo núm. tres contra la inexistencia de huelga en FFCC.
24 de junio, el SME responde ampliamente su rechazo con mejores argumentos.
28 de junio, insiste el SME en solución negociada del confl icto y evitar la huelga.
29 de junio, asamblea SME por unanimidad: exigir el pliego o huelga.
30 de junio, el SME emplaza formalmente a huelga.
1 a 7 de julio, pláticas conciliatorias en Departamento de Trabajo, sin avances.
8 de julio, boletín informativo del SME sobre preparativos de huelga.
8 de julio, circular nacional de la CTM que apoya al SME.
8 y 9 de julio, pláticas con presidente Cárdenas en Ciudad Victoria, Tamaulipas.
10 de julio, el SME ofrece servicios de emergencia en caso de huelga.
12 a 14 de julio, reanudan pláticas conciliatorias las partes, sin resultados.
14 de julio, ofi cio de empresa niega argumentos legales y económicos de SME.
15 de julio, se comunica al presidente Cárdenas que la huelga es inminente.
15 de julio, interviene la secretaria particular de Presidencia en posible solución.
15 de julio, asamblea del SME, acuerda la huelga y negociar hasta el fi nal.

16 de julio, hasta a las 7 de la mañana, último intento de negociación.
16 de julio, jueves a las 12 horas, estalla la huelga.
16 de julio, sin luz 2 millones de personas y paran trabajo 200 mil trabajadores y se afecta la economía
y transporte eléctrico del centro del país.
16 de julio, importante asamblea de la CTM de solidaridad con la huelga.
16 de julio, los sindicatos nacionales se solidarizan con el SME.
16 de julio, las Compañías solicitan la declaración de inexistencia de la huelga.
16 de julio, el SME pide al presidente Cárdenas el apoyo para la huelga.
17 de julio, el SME expone ante la Junta Federal razones legales de la huelga.
17 de julio, a las 9 de la noche, sin luz, la Junta declara Existente la Huelga.
18 de julio, nuevas pláticas con secretario particular de Presidencia.
19 de julio domingo, gran manifestación de solidaridad de CTM con la huelga.
19 de julio, arrecia campaña publicitaria de Compañías contra la huelga.
20 de julio, el SME amplía los servicios de emergencia a necesidades básicas.
20 de julio, Asamblea del SME: ratifi ca unidad, disciplina y seguir en la lucha.
20 de junio, particular del presidente y CTM por el arbitraje; el SME lo rechaza.
21 de julio, secretario particular de Presidencia exige al SME aceptar arbitraje.
21 de julio, tres telegramas de presidente Cárdenas pide a SME acepte arbitraje.
21 de julio martes, SME hace nueva propuesta fl exible.
21 de julio, contrapropuesta de las compañías, no aceptadas por SME.
22 de julio, nueva entrevista con Cárdenas en alguna región de Coahuila.
23 de julio, de nuevo el SME amplía cobertura de servicios de emergencia.
24 de julio, el SME amplía servicios de emergencia en provincia.
24 de julio viernes, nuevas pláticas entre SME y Compañías.
25 de julio, sábado, Compañías aceptan la propuesta, fi n de la huelga.
25 de julio, a las 9 de la mañana, los tranvías inician circulación.
25 de julio, se informa al presidente Cárdenas del arreglo y fi n de la huelga.
25 de julio, con disciplina los trabajadores regresan a trabajar durante el día.
27 de julio, Asamblea General informativa del SME en el Teatro del Pueblo.
Fuente: revistas Lux, septiembre de 1936 y julio de 1937. Excélsior, febrero a julio de 1936.


¡Camaradas! Conforme al fallo que tengo en mi poder,
¡EXISTE EL DERECHO DE HUELGA EN MÉXICO!
Francisco Breña Alvírez.
Viernes 17 de julio de 1936, a las 9 de la noche,
en plena oscuridad da a conocer la Declaración
de Existencia de la Huelga en los patios de la
Junta Federal.
Camaradas Francisco Breña Alvírez, Secretario General y presidente del Comité de
Huelga(1); David Roldán G., Secretario del Trabajo y vocal del Comité de Huelga (2);
Manuel Paulín, Secretario de Educación y Propaganda y vocal del Comité de Huelga (3)
y Mario Pavón Flores, asesor jurídico del sindicato (4) quienes asumieron la dirección
general del movimiento.
C o m i t è C e n t r a l y C o m i s i o n e s A u t ò n o m a s
d i c i e m b r e 2 0 0 7

domingo, 16 de marzo de 2008

Se conjura la huelga electricista en Luz y Fuerza;


Se conjura la huelga electricista en Luz y Fuerza;
el SME enfrentó campaña mediática e intimidación

Con el grito de lucha ¡SME! ¡SME! trabajadores de Luz y Fuerza celebraron el resultado de su revisión contractual 2008-2010 con 4.5% de incremento directo al salario, 2% para transporte y 2% para fondo de ahorro. Asimismo, un convenio de productividad y eficiencia que beneficiará a los usuarios y reactivará las finanzas de la difícil situación financiera de la empresa. Con la firma de esta revisión contractual entre autoridades de Luz y Fuerza del Centro y el Sindicato Mexicano de Electricistas quedó conjurada la huelga que estaba prevista en punto de las 12 horas del mediodía del domingo 16 de marzo.

El preámbulo de este resultado estuvo caracterizado por una permanente y severa campaña mediática de desprestigio y descalificación en los medios de comunicación electrónicos y escritos a las justas demandas del gremio electricista con su derecho legítimo a estallar la huelga. Por otro lado la intimidación del gobierno federal con rondines de la Policía Federal Preventiva en los centros de trabajo y subestaciones, con su posterior ocupación de las mismas en una acción ilegal.

Por más de 24 horas se prolongaron las negociaciones iniciadas en las instalaciones de Luz y Fuerza y en la Secretaría de Energía entre la dirigencia del Sindicato Mexicano de Electricistas, las autoridades de la Secretaría de Energía, Trabajo y Hacienda, así como el director de Luz y Fuerza. Conforme pasaba el tiempo se ponía al filo de la navaja la situación. Sin embargo, la férrea unidad de los agremiados en torno a su dirección sindical y la solidaridad de organizaciones sindicales y sociedad civil, fortalecía el carácter y la madurez de los electricistas. Desde el sábado y la madrugada del domingo trabajadores y trabajadoras smeítas acudían al llamado urgente de su dirigencia para hacer guardia en sus centros de trabajo y prepararse para la huelga que estallaría al mediodía del domingo.

Entre otras conquistas logradas por los electricistas es el ofrecimiento de cinco mil 200 millones de pesos para la construcción de nuevas plantas de energía; la instalación de una mesa con la Secretaría de Gobernación para analizar la concesión de la transmisión de señal de voz, datos e imagen a través del cableado eléctrico.

El secretario General del SME, Martín Esparza Flores, explicó que la negociación fue difícil y que ese ofrecimiento era el último que hacía el gobierno federal.

Apuntó que otro de los compromisos del gobierno federal es la de bajar el costo de luz que le vende en bloque la Comisión Federal de Electricidad (CFE) a Luz y Fuerza del Centro.

En sus 93 años de existencia, el Sindicato Mexicano ha estallado tres huelgas: en 1916, en 1936 y en 1987. Es considerado como la única organización sindical democrática en el país.


ANGEL ISAAC FOSADO CRUZ <anisfo@hotmail.com>